Hace poco, durante la Copa del Mundo de Rugby Femenino, ella estaba en las gradas, trabajando como comentarista.Ya no formaba parte del equipo. No llevaba el uniforme. No podía entrar al campo, pero cuando las jugadoras salieron a hacer la haka, ese rito ancestral que expresa orgullo, unión y respeto, Ruby no pudo contenerse.

Abandonó su asiento discretamente y comenzó a realizarla con ellas. No buscaba cámaras, ni aplausos.Solo seguía sintiendo que pertenecía. Y ese gesto, aparentemente invisible, se volvió viral.

Porque el compromiso no termina cuando te quitas la camiseta. No desaparece cuando ya no te toca estar en el terreno de juego. El compromiso verdadero permanece, se nota en la mirada, en las manos que animan desde fuera, en la voz que empuja aunque nadie la escuche. Y eso, llevado al terreno profesional, es exactamente igual.

Cuando crees en un proyecto, en un equipo o en una idea, tu implicación no depende del cargo que tengas, ni de si estás “dentro” o “fuera”.

A veces apoyar es quedarte, incluso cuando te toca ver desde la grada.

A veces la lealtad se demuestra en silencio, cuando sigues empujando aunque nadie te vea hacerlo.

Ruby Tui no estaba en el campo, pero su haka recordó al mundo algo esencial,los equipos se sostienen tanto por quienes juegan como por quienes no dejan de creer.

Y eso, en el trabajo, en los proyectos y en la vida, lo cambia todo.
Porque si crees en tu equipo, anímalo, empújalo, sufre con él.
Aunque no te toque jugar ese día.
Aunque nadie te mire.

Haz las putas cosas bien. Siempre.

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